Talleres clandestinos: entre la moda y la ilegalidad, una de las formas de esclavitud en el siglo XXI

El trabajo forzado en los talleres clandestinos es una de las formas de explotación moderna que reduce a las personas a una servidumbre invisible y de difícil detección. Conversamos con Tamara Rosenberg, especialista en el tema.

Por Susana Rigoz
Entrevista publicada originalmente en Infobae

La historia de los talleres clandestinos tiene episodios marcadamente crueles. Podemos citar, entre ellos, a las mujeres costureras neoyorquinas reprimidas brutalmente por la policía el 8 de marzo de 1857; a las casi 150 trabajadoras que murieron en el incendio de la fábrica de camisas Triangle Waist Co., también de Nueva York, en marzo de 1911; y a las 1130 personas aplastadas en el derrumbe de un edificio de Bangladesh en abril de 2013, donde funcionaban cinco talleres que abastecían a alrededor de 30 marcas internacionales, hechos dramáticos de una actividad delictiva que se replica en todo el mundo.

En la Argentina, no estamos exentos de este flagelo. En la Ciudad de Buenos Aires, a fines de 2002, el problema comenzó a vislumbrarse cuando los vecinos nucleados en la asamblea “20 de diciembre” del barrio de Floresta notaron que, los domingos, el Parque Avellaneda se llenaba de personas, en su mayoría de nacionalidad boliviana, y de camionetas blancas, mientras que en la semana las calles estaban desiertas. “¿Dónde está la gente?” fue la pregunta que se hicieron quienes se convertirían en los fundadores de la cooperativa La Alameda. Cuando los miembros de esa organización se dieron cuenta de que no se trataba de casos aislados, empezaron a descubrir la verdad. A través del relato de quienes se acercaban a charlar con ellos, supieron que el mismo dueño del taller de costura clandestino los llevaba a todos a un momento de recreación y hasta les compraba alguna cerveza. Era el único referente que tenían esas personas explotadas. No conocían a nadie más. A partir de entonces, comenzaron una investigación, que concluyó con que detrás de la fachada de las tranquilas casas de barrio se ocultaban talleres ilegales.

Una situación impensada

Sin embargo, el drama había comenzado mucho antes. “En la década del 90, la mayoría de las empresas del rubro habían cerrado, las fábricas se encontraban desmanteladas y, ante la urgencia de comenzar la producción, surgió esta modalidad de utilizar intermediarios, personas que trabajaban desde sus hogares o lugares que carecían de habilitación. Al no haber mano de obra argentina, empezaron a traerla de los países limítrofes, mayormente de Bolivia y, en menor medida, de Paraguay y Perú”, relata Tamara Rosenberg, integrante del Comité Ejecutivo de Lucha contra la Trata y Explotación de Personas, dependiente de la Jefatura de Gabinete.

Aunque comenzaron a surgir en 2000, su masivo crecimiento se dio entre 2004 y 2006, cuando las mismas marcas de ropa armaban talleres en lugares alquilados y operaban con costureros inmigrantes, traídos por sus mismos compatriotas. Para la gente de la cooperativa, esta situación se hizo evidente con solo observar la presencia masiva de trabajadores en el comedor comunitario. “Fue muy duro constatar que, a cuadras de nuestras casas, había personas que padecían esta realidad”, dice Rosenberg, quien también es una de las fundadoras de la cooperativa La Alameda. Y, aunque ya nadie dudaba de lo que estaba ocurriendo, obtener alguna información seguía siendo complejo, ya que “nadie quería hablar”.

En la cooperativa, que está ubicada en avenida Directorio 3998, en el barrio porteño de Parque Avellaneda, siempre había guardias para recibir a quien lo necesitara. Era usual que llegara una mamá golpeada con sus hijos y no dijera qué le había ocurrido. “Darles albergue por unos días era lo único que podíamos hacer. Nos fuimos familiarizando a lo largo de 2005 con la magnitud del problema, después de lograr construir una comunidad afectiva que permitió romper el silencio”.

Un hito en esta historia lamentable fue el incendio ocurrido en 2006, en un taller de la calle Luis Viale, Caballito, donde vivían 65 personas y murieron dos adultos y seis menores, prisioneros de las rejas y candados que les impidieron salir. Ya en 2007, el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) lanzó un programa de responsabilidad social compartida, que permitía realizar una auditoría a toda la cadena de producción textil. “Era voluntaria y ninguna marca se adhirió, por lo cual no sirvió de nada”, reconoce Rosenberg.

La técnica del engaño

“La trata tiene diferentes etapas: ofrecimiento, captación, traslado, recepción y, por último, explotación”, detalla la entrevistada. Y explica que, en el caso de los talleres textiles, ante la ausencia de costureros nacionales –ya que durante el menemismo la industria murió, y se perdió el oficio como tantos otros–, los trabajadores eran buscados en los países limítrofes”. Sobre cómo lograban captarlos, relata que los convocaban mediante agencias de empleo, convocatorias por radio, con promesas de buenos salarios, casa, educación, salud y posibilidad de ayudar a la familia. La mayoría ingresaba ilegalmente al país, dinámica que sin dudas exigía una cadena de complicidades.

Esta metodología funcionó hasta que el uso masivo de internet facilitó las cosas. “Ya no fue necesaria la presencia de un reclutador que fuera en busca de los más vulnerables, los acompañara, los instalara en un lugar (sobre todo en la zona de Liniers, Floresta, o Bajo Flores) para dejarlos a merced de quienes los recibían, muchos de los cuales eran miembros de su misma familia. Hoy, es todo más virtual, se ofrece el trabajo, se envía el pasaje, etc.”.

¿Por qué se quedaban? Porque no tenían opción, dinero, documentos e incluso, a veces, ni sabían el idioma –muchos hablaban en lenguas nativas, como el quechua o el aymará–, no conocían las leyes ni sus derechos y, además, vivían amenazados. Eso, en cuanto a los explotadores, pero tampoco se puede obviar la ausencia de controles de parte del Estado. “En el caso de la Ciudad de Buenos Aires –que conozco bien– se veían casas con carteles de venta o alquiler, siempre cerradas, pero en cuyas puertas se amontonaban bolsas repletas de recortes de telas. Si para nosotros era una obviedad que se trataba de talleres ilegales y los denunciábamos, ¿cómo ninguna autoridad los veía?”, plantea. Otro actor que podía intervenir, pero se mantenía al margen, era el sindicato. En el otro extremo de la historia, cuando un costurero lograba escapar e iba a hacer la denuncia, “la policía lo mandaba al Consulado de Bolivia (que funcionaba como un Ministerio de Trabajo trucho), donde se organizaban reuniones entre las partes en las que el trabajador se comprometía a no denunciar y, si insistía, lo repatriaban”.

La tarea no les resultó fácil. “La comunidad boliviana es muy cerrada, y tuvimos atentados de sus organizaciones porque muchos costureros pensaban que, por nuestra culpa, se iban a quedar sin trabajo. Algunos se daban cuenta de la situación y se acercaban a denunciar lo que pasaba, y nosotros, como no existía una ley que tipificara el delito, a través de la Defensoría del Pueblo, hacíamos la denuncia y los asesorábamos”, reconoce la integrante de La Alameda.

Servidumbre por deuda

“La gente estaba como presa. Trabajaba de 7 a 23 y, a fin de mes, cuando debía cobrar su salario, se encontraba con que le descontaban el pasaje, la comida, el alojamiento, etcétera. O sea, no solo no ganaba, sino que incluso debía dinero y tenía que seguir trabajando para pagar la deuda”, detalla la entrevistada. Sin embargo, también existían los casos de trabajadores que decidían irse y, aunque no les pagaran y trataran de impedirlo reteniéndoles hasta sus escasas pertenencias, se escapaban e iban a La Alameda, que había pasado a ser el punto de referencia. “En esas ocasiones, intentábamos hablar con los dueños, en otras, íbamos con una manifestación a la puerta del taller. Hubo casos violentos en que los mismos empleados terminaron agrediendo a quienes protestaban a su favor”. Aunque parezca difícil de entender, muchas veces, pudiendo escapar, las personas elegían quedarse porque se trataba de su única forma de subsistencia. “Incluso, es usual que la víctima no se reconozca como tal porque, al ignorar sus derechos, cree que así es el trabajo”.

El engaño era recurrente y muchos trabajadores caían en él. El tallerista les decía que, en realidad, no era que no les pagaba, sino que les estaba ahorrando el dinero para que en el futuro pudieran comprarse una máquina y poner su propio taller. En otros y ante la amenaza de denuncia, les terminaban pagando con una máquina. “La mayoría de quienes lograban empezar su propia producción replicaban la situación y pasaban de víctima a victimario. Trataban con la misma crueldad a quienes ahora trabajaban para ellos. Cuando uno ve esas situaciones en las que se manifiesta la miseria humana, se plantea a quién hay que responsabilizar, si a la víctima o al sistema que genera estas situaciones”, reflexiona la integrante del Comité Ejecutivo de Lucha contra la Trata y Explotación de Personas.

Enfermedades y muerte

Un tema asociado a la esclavitud laboral es el de las pésimas condiciones ambientales y sanitarias. En el caso de los talleres textiles, hay consenso en cuanto a la precariedad, el hacinamiento y la falta absoluta de seguridad, que atentan contra la dignidad. Son lugares oscuros y sin ventilación, donde los costureros (muchas veces con sus hijos pequeños) trabajan y viven en habitaciones llenas de telas, bolsas con prendas y máquinas de coser, con un solo baño común.

Según una investigación del Conicet, estas condiciones provocan el aumento de casos de tuberculosis y generan otros problemas respiratorios, posturales y visuales. El Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), por su parte, explica que, para no aspirar el polvillo que se desprende al cortar las prendas, es “necesario utilizar barbijos” y también menciona guantes o lentes de protección, entre otros elementos de seguridad que, por supuesto, son inexistentes en estos lugares.

El abuso sexual y las violaciones tampoco son ajenas a estas realidades. A modo de ejemplo, Rosenberg recuerda el caso de una costurera que logró escapar de un taller con su bebé, hijo de la violación de uno de los dueños. Ya a salvo, contó: “No solo nunca durante el embarazo me había hecho un control, sino que el parto había sido en el mismo taller y ni yo ni mi hijo de un año recibimos jamás atención médica”.

Quién es quién

Entre los integrantes de este perverso sistema, hay que diferenciar los costureros, los talleristas (encargados del lugar) y los verdaderos dueños, que responden a conocidas marcas de indumentaria. Antes, se pensaba que los talleres ilegales confeccionaban ropa falsificada a la que le ponían las etiquetas truchas y trabajaban para determinados circuitos, como la feria de La Salada o los locales de la calle Avellaneda en el barrio de Flores. Sin embargo, después se conoció que, para abaratar costos, muchas grandes marcas contrataban la confección en estos lugares clandestinos. Consultada acerca de si existe alguna manera de seguir la trazabilidad de la indumentaria, Tamara es clara: “Hay que ser consciente de que, si la ropa es muy barata, seguro que fue producida en condiciones ilegales, aunque también es cierto que la ropa cara puede provenir de los mismos lugares. Lo positivo es que, aunque sigue habiendo gente a la que no le interesa el tema, el problema se ha puesto en debate en la sociedad”.

Fuente: https://www.infobae.com/def/2023/01/21/talleres-clandestinos-entre-la-moda-y-la-ilegalidad-una-de-las-formas-de-esclavitud-en-el-siglo-xxi/

La Alameda en Corrientes: una historia de lucha contra el narcotráfico, la adopción ilegal de bebés y la trata de personas

Lucha contra el narcotráfico, adopción ilegal de bebés y trata de personas, son algunas de las principales temáticas que abordadas por la fundación La Alameda de Corrientes.

El lanzamiento de la sede provincial de la fundación se llevó a cabo el 7 de febrero de 2017 mediante un acto que contó con la participación de profesionales de diferentes entidades, sindicatos y miembros de la Iglesia.

En aquella ocasión, el titular nacional de la organización, Gustavo Vera, definió el alcance y objetivos de la misma: “El lanzamiento lo realizamos junto con el representante por Corrientes, José María Serbín; en presencia de miembros del Sindicato de Camioneros, profesionales de diferentes Partidos y referentes de la Iglesia, entre otros”.

“Tenemos el propósito de trabajar mancomunadamente en el combate contra la mafia y el crimen organizado, tráfico ilegal de personas, narcotráfico y delito de guante blanco que lo conecta todo a través del lavado de dinero. Para ello esperamos conformar una multisectorial para tratar de ejercer control, denunciar los hechos de corrupción y tratar de auspiciar políticas que rescaten a las víctimas”, expresó Vera.

“El crimen organizado es un tipo de delito que no existiría si no hubiese cierta complicidad o las llamadas zonas liberadas. Porque si bien hay operativos, me parece que no se sigue la ruta del dinero, nos encontramos ante situaciones de trata de personas (sobre todo en temporada estival) y el tráfico ilegal de bebés. Además, muchos conocen de estos temas pero no se animan a denunciar por temor”, explicó el titular nacional de la organización, y agregó “La Alameda llega para ser un canal para todos los que quieran denunciar sin temor a ser identificados”.

El 4 de septiembre de 2017 Corrientes había sido noticia nacional por el procesamiento y embargo por 23 millones de pesos para 18 personas que integraban una gigantesca red de “promoción y facilitación de la prostitución; trata de personas y explotación sexual de mujeres”, en la localidad de Paso de los Libres, entre las que se contaban jóvenes argentinas, brasileñas, paraguayas y dominicanas. Entre los acusados, altos cargos nacionales, como el ex fiscal federal Benito Pont y el ex comandante de Gendarmería, especializado en Inteligencia, José Maria Viero. La Jueza Federal de la Causa, Dra. Cristina Pozzer Penzo había sido objeto de intentos de apartamientos ante una recusación presentada por la defensa.

Ante dichas maniobras, la Fundación “La Alameda” se reunió con la Jueza Federal y le transmitió su apoyo ante la maniobra para apartarla de la causa, que la magistrada lleva adelante de manera ejemplar. El titular de la Fundación, José María Serbín, y su apoderado legal, el Dr. Mariano Ávila, se reunieron también con el Fiscal General Federal de Corrientes, Dr. Carlos Schaefer, a quien se le informó que la Fundación se constituiría como querellante en la causa. Serbín explicó que “el planteo principal fue so­bre la preocupación por la situación general en Co­rrientes, donde desde hace mucho tiempo se comprueba la existencia de asociaciones corruptas que corrompen al Estado, que actúan con impuni­dad, gracias a dichos encubrimientos”.

En la reunión con el Fiscal Federal, nuestra organización puso a disposición de la Fiscalía la experiencia y trayectoria de La Alameda en la lucha contra el trabajo esclavo, trata de personas con fines laborales y sexuales, narcotráfico y proxene­tismo, informando que entre sus objetivos se encuentra el combate a “las redes de trata laboral y sexual, el narcotráfico, el cohecho y la corrupción, los gravísimos delitos am­bientales, el lavado de dine­ro y el crimen organizado”.

Durante los últimos años, La Alameda se constituyó en una organización de consulta para los municipios. En Corrientes Capital se instrumentaron los “buzones de la vida” para facilitar las denuncias.

Ya en 2019, desde la organización La Alameda se denunció que en la Provincia de Corrientes “miles de compatriotas viven de indignamente de lo que pueden sacar de la basura”. José María Serbin, representante de la Alameda y referente de la Multisectorial 21F, expresó que a 20 kilómetros de “mi ciudad, entre San Luis del Palmar y Corrientes capital existe este basural donde decenas de familias comen y viven de la basura”. Frente a esta situación, todas las semanas desde diversas organizaciones populares, sindicatos e Iglesias, se tiende una mano solidaria a quienes más lo necesitan.

José María Serbín, además de titular en Corrientes de la fundación La Alameda, es coordinador provincial de la Multisectorial 21F y se desempeñó como jefe de Información Pública y vocero del Centro de Operaciones de Emergencias y director de Defensa Civil de la Municipalidad de San Luis del Palmar. Más recientemente, fue designado como delegado en el NEA del Comité Ejecutivo para la Lucha contra la Trata y la Explotación de Personas, organismo que a nivel nacional está a cargo de Gustavo Vera.

En enero de 2021 y en el marco de continuidad institucional, la Mesa contra la Trata de Personas Corrientes mantuvo la primer reunión del 2021 en las oficinas de la Dirección de Vías Navegables con la participación de representantes de organismos nacionales, provinciales y de la sociedad civil. El delegado del Comité Ejecutivo de Lucha en Contra de la Trata y Explotación de Personas y para la Protección y Asistencia a sus Victimas de la Región NEA, José Maria Serbín presentó a los asistentes el Plan Bienal 2021/2022, elaborado por el Comité Ejecutivo dirigido por Gustavo Vera y aprobado por el Concejo Federal contra la Trata. Los integrantes de la Mesa Interinstitucional Corrientes coincidieron en efectuar invitaciones a sumar organismos nacionales y provinciales para un desarrollo integral y efectivo del Plan Bienal 2021/2022 en la Provincia de Corrientes.

En septiembre de 2021, en la sala Mitai Pora del Barrio Epan, la Dra. Rafaela Serbín dio inicio al curso textil para niñas y adolescentes que se inscribieron oportunamente. El programa está auspiciado por la SENAF (Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia) y la Alameda Corrientes, con el apoyo del intendente Walter Chávez, quien puso a disposición el espacio para el desarrollo del programa. El curso es dictado por la profesora Alicia Benítez, y aborda el aprendizaje en tareas textiles de confección, costura y corte.

Entre otras obras de carácter social, en marzo de 2022, el Sindicato de Camioneros de Entre Ríos, junto a la Fundación Alameda Corrientes entregaron donaciones a Bomberos Voluntarios de San Luis del Palmar (Corrientes).

Quienes deseen conocer más de la fundación o hacer alguna denuncia, cuentan con el número 0379 405-8815, pudiendo también contactarse a través de la página de Facebook, Alameda Corrientes.

La Alameda en Rosario: incansable labor contra el narco y el crimen organizado

La Fundación La Alameda de la ciudad de Rosario, provincia de Santa Fe, se constituyó un 25 de noviembre de 2013, un lunes feriado, cuando se realizó una gran convocatoria con distintas organizaciones de la sociedad civil y política en el círculo católico de obreros de esta ciudad. En dicha ocasión participaron como oradores, entre otros, la hermana Martha Pelloni, de Infancias Robadas y Gustavo Vera, de la Fundación Alameda, lanzando la Red Anti Mafia Rosario, encuentro contra el crimen organizado. Luego de varias reuniones, en enero del año siguiente, se realizó una denuncia judicial contra una jueza de Rosario por no actuar tras el asesinato mafioso del empresario narco Luis Medina. Con el tiempo esta jueza fue condenada por mal desempeño, un hecho que ocurría por primera vez en la provincia.

Ese mismo año, La Alameda, junto a familiares de víctimas, comenzó a ubicar cruces blancas por justicia una vez por mes, un mecanismo por el que se visibilizaba la cantidad de muertos, logrando resonancia en medios nacionales.

Con el objetivo de promover las denuncias sobre búnkeres del narcotráfico, se colocaron buzones para que las personas pudieran hacerlo anónimamente. Uno fue en el Arzobispado de la ciudad de Rosario, para que la Iglesia también recibiera y se comprometiera con las denuncias de los fieles.

La Alameda denunció al ex gobernador Antonio Bonfatti, y a su ex ministro de Seguridad, Raúl Lamberto, por escuchas telefónicas que los vinculaban con la banda narco “Los Monos”, tramitada en fuero federal pero nunca del todo activada por el Poder Judicial.

Se han realizado innumerables marchas, junto a otras organizaciones, para paliar la inseguridad de los distintos sectores y barrios de la cuidad. Una de las primeras fue “Rosario No Esperes”, con el slogan “si paramos la corrupción paramos las muertes”. Más tarde, una de las más grandes, denominada “Rosario Sangra”, donde dos marchas en 2016 convocaron a más de 80.000 personas. Luego de esta última movilización, La Alameda junto a la Red Anti Mafia presentó un proyecto en el Concejo Municipal de Rosario para los familiares de víctimas, que fue aprobado y fue así que se creó la Secretaría para la Asistencia a los Familiares de Víctimas de la Inseguridad.

También se realizó el “Mapa del Delito” de Rosario, marcando en ese momento más de 115 búnkeres con denuncias de la gente, recibiendo La Alameda la felicitación de la Gendarmería Nacional por la información que se logró obtener de esa manera.

Cuando se creó la Ley provincial 13297 de Emergencia en Seguridad en Santa Fe, postulaba la creación de 4 centros de rehabilitación: uno en Reconquista, uno en Santa Fe, uno en Rosario y otro en Venado Tuerto. En esa ocasión, el gobernador vetó la creación de los centros de rehabilitación para jóvenes con problemas de adicciones, por lo que la Red Anti Mafia juntó miles de firmas apoyando la creación de los centros de rehabilitación, las que fueron entregadas al presidente de la Cámara de Diputados de la Provincia.

Desde los orígenes se viene trabajando con los familiares de las víctimas de la inseguridad, acompañando el reclamo social, facilitando la asistencia psicológica, la asistencia alimentaria, y en algunos casos, el acceso a la vivienda propia.

También se han realizado denuncias por sustracción de bebés, como en la localidad de Zaballa, cerca de Rosario, cuando una mujer de bajos recursos padeció este hecho y, a pesar de contar con muchas pruebas e indicios, no logró ser escuchada por el Poder Judicial.

Otra actividad de la Fundación La Alameda en Rosario, es un programa radial semanal “El Bien Común”, que se viene transmitiendo ininterrumpidamente desde julio de 2014. En este programa, que se emite por AM 1090 de esta localidad, se cuentan las novedades de todas las fundaciones La Alameda a nivel federal.

En Rosario se organizó el 4to. Congreso Anti Mafia los días 28 y 29 de abril de 2016, en el que participaron jueces, fiscales, periodistas, organizaciones de la sociedad civil y familiares de víctimas, en sucesiones que duraron 8 horas diarias.

La Alameda participa también en el Foro de Adicciones de Rosario, con acciones y propuestas para sacar a los jóvenes de la situación de adicción.

Dentro del campo de la lucha contra la droga, la Fundación Alameda de Rosario ha viajado a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires para manifestarse frente a la “Casa de Santa Fe” con el fin de reclamar por la crisis de inseguridad que existe en la provincia.

También se han llevado a cabo denuncias por narcotráfico en otras localidades, como Sunchales, que llegó a ser denominada “pueblo narco”, por la cantidad de búnkeres, casinos clandestinos y narco-prostíbulos.

En el marco de la causa por los “aportantes truchos” en las campañas del PRO de los años 2015 y 2017, se presentó un informe provincial donde se detectaba este tipo de operativas, lo que fue denunciado debidamente al Poder Judicial.

La Fundación Alameda también participa en la multisectorial 21F de Rosario y Santa Fe. En esa instancia se ha venido trabajando con diversos organismos, principalmente sindicatos de la ciudad y la provincia.

Dentro de la importante tarea social, se acompaña al hogar para hombres adultos en situación de calle de la Asociación Civil Sin Fines de Lucro Santa Josefina Bakhita, llevada adelante por el compañero Roberto.

A partir de estos últimos años, la Fundación Alameda en Rosario se ha constituido también dentro del Comité Ejecutivo de Lucha contra la Trata que lleva adelante Gustavo Vera, por lo que la Región Centro está dirigida por un compañero de nuestra institución.