La Alameda entre los famosos recibirá una mención especial en los premios Podestá

 

Notorias figuras del espectáculo y afines recibirán el Premio Podestá a la Trayectoria Honorable, de la Asociación Argentina de Actores, el lunes 1º de noviembre a las 18.30.

La reunión se realizará en el anexo del Senado Nacional, Hipólito Yrigoyen 1708, y los reconocimientos serán divididos en los rubros Premios, Medallas por los 50 años de afiliación y Menciones especiales.

Los Premios Podestá 2010 serán para Mario Alarcón, José Andrada, Edda Díaz, Rosa Blanca Gómez (Tucumán), Jorge López Vidal, Gloria Montes, Ricardo Morán, Graciela Pal, José «Pepe» Parlanti (Mendoza), Nelly Prince y Raúl Taibo.

Menciones especiales: Nelly Omar, Milagro Sala (por la Agrupación Barrial Túpac Amaru), APROCINAIN (Asociación Para el Apoyo al Patrimonio Audiovisual), Grupo Teatral La Cochera (González Catán) y Cooperativa La Alameda (Barrio Parque Avellaneda).

Medallas: Virginia Lago, Santiago Bal, Estela Molly, Liliana Abayieva, Marta González, Julia Sandoval, Julio López, Sergio Renán, Selva Alemán, Laura Bove, Alberto Fernández de Rosa, Julia Ferradás, León Sarthié, Rubén Bustos, Catalina Speroni, Beba López, Amarilis Carrié, Marta Oliván, Ester Velázquez, Leopoldo Verona, Ricardo Bauleo, Maty Moray, Nelson Prenat, Ricardo Cánepa y Natacha Nohany.

La Asociación de Actores Argentinos, que es un centro cultural, gremial, y mutual fundada el 18 de marzos de 1919, que se encuentra adherido a la Central de Trabajadores Argentinos (CTA). Agradecemos desde la Alameda este premio y estaremos allí para recibirlo con todo orgullo.

Video de Teléfe Noticias. Testimonio de un costurero que fue esclavizado junto a su familia y hoy trabaja en cooperativa

Acá abajo va el link donde podes ver el video sobre talleres clandestinos trasmitido ayer a la noche en el noticiero de Teléfe. En el informe el protagonista es el costurero Luis Quis Quispe quien junto a sus dos hijitos y su mujer estuvo esclavizado a dos cuadras de La Alameda. El 8 de julio del año pasado nuestra organización acompañó una inspección laboral, por nosotros solicitada, y fuimos con varios canales de televisión a liberar a Luis y su familia. A las horas llegó el líder de la mafia de los talleristas, Alfredo Ayala, quien reunió a 150 talleristas para frenar la liberación de los costureros y obstruir la inspección del Gobierno de la Ciudad. El resultado fue la libertad de la familia pero al costado de siete heridos y el más grave nuestro referente, Gustavo Vera, quien soportó botellas y palazos dejándolo con la cabeza y frente cortada por la que tuvieron que darle un total de siete puntos. Desde hace más de un año Luis es miembro de la cooperativa La Alameda donde produce dos marcas de ropa que son ejemplo concreto contra la esclavitud: Mundo Alameda y la red global No Chains. Esto demuestra que se puede construir alternativas sustentable a la esclavitud y luchar contra los esclavizadotes, al punto que el dueño del taller de Lacarra 932, Zacarias Umini, se encuentra preso en la provincia de Salta desde enero cuando fue detenido por traficar compatriotas encerrados en una camioneta y sin agua, entre ellos menores.

http://www.telefenoticias.com.ar/content/principales-noticias/10697-talleres-clandestinos-la-nueva-esclavitud-.html

Realidades: «Todo por dos pesos», explotación en talleres clandestinos

Lunes 25 de Octubre de 2010 08:30

En pleno siglo XXI, la ciudad de Buenos Aires continúa dándole albergue, mal que pese, a talleres clandestinos dedicados, en su mayor parte, a trabajos vinculados con la industria textil. Hoy Telefe Noticias a las 20, a través de su segmento «Realidades», dio cuenta de la situación de esclavitud en que viven extranjeros indocumentados y argentinos del interior. Mira acá el informe completo.

Aunque parezca mentira, hoy en día en nuestro país aún existen personas en situación de esclavitud. La mayoría de estos casos de explotación se producen en talleres textiles clandestinos. En la Ciudad de Buenos Aires, según las organizaciones sociales, hay 3.000 talleres clandestinos.

Por lo general, esos lugares donde muchos encuentran su único medio de vida, exigen condiciones denigrantes, pero que son aceptadas ante la necesidad extrema: son sitios minúsculos, donde hay cuchetas, máquinas de coser y extranjeros con niños. Allí pasan las horas, los días y la vida trabajando a destajo para que les paguen 2 pesos por prenda.

Muchas marcas reconocidas y “prestigiosas”, más tarde, venden las piezas en un mercado que suele pagar un costo muy elevado por ellas, desconociendo el proceso real e ilegal por el que atravesó la ropa y el gran negocio de la empresa, de ahorrarse millones de pesos a costa de vidas ajenas.

La mayoría de esos trabajadores indocumentados llegan a los talleres con la promesa de obtener casa, comida y buen sueldo, una ilusión que se desvanece ante los malos tratos y el encierro donde familias enteras se ven esclavizadas, mal alimentadas y conviviendo en habitaciones diminutas.

Según la organización no gubernamental (ONG) La Alameda, existen más de 3.000 talleres clandestinos en los que ocurren «situaciones de hacinamiento, insalubridad, trabajo esclavo, explotación de indocumentados y trata laboral», en especial de extranjeros o argentinos procedente del interior del país.

FOTO: La puerta del taller Lacarra 932. Hoy existe otro taller clandestino.

Nota de la agencia internacional Inter Press por la red de costureros No Chains

Costureras del Sur uníos
Por Marcela Valente*

BUENOS AIRES, oct (IPS) – Detrás quedaban meses o años sobre la máquina de coser, sin derecho al descanso y con salario escaso o inexistente. Pero liberarse de ese yugo moderno no bastó para un grupo de trabajadores textiles argentinos y tailandeses, que forjaron un nuevo tipo de cooperación a través de los mares.

La organización argentina Mundo Alameda y la tailandesa Dignity Returns, creadas por trabajadoras que laboraban en condición de esclavitud, se aliaron en 2009 y en junio de este año lanzaron la marca No Chains (Sin Cadenas).

Argentina tiene un soterrado pero persistente sector de esclavitud laboral textil, sobre todo con inmigrantes bolivianos indocumentados. Y en Tailandia «hay casos de explotación laboral y trato injusto por todas partes», dijo a IPS en Bangkok la directora de Dignity Returns, Boosaba Meechai.

Con los diseños y estampados seleccionados en un concurso internacional, los miembros de ambas cooperativas se lanzaron a producir camisetas, bolsos y gorras que venden por Internet, en ferias, mercados y algunas tiendas, mientras esperan oportunidades para confeccionar otro tipo de vestimenta.

Cuatro meses después del lanzamiento, aun cuando las ventas no son tan exitosas como esperaban, «más y más gente conoce a Dignity Returns» y a No Chains, dijo Boosaba.

«Dignity Returns (la dignidad regresa) es la fábrica de los trabajadores, por y para ellos», sintetizó.

«Nuestra misión no es sólo vender, sino producir prendas para organizaciones, casi siempre no gubernamentales, que realizan campañas contra el trabajo esclavo, los transgénicos, el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) o a favor del ambiente», explicó. Dignity Returns surgió con operarias tailandesas de la firma Bed and Bath. Las mujeres confeccionaban productos para marcas de corporaciones transnacionales, como Nike, Gap o Reebok, cumplían jornadas extenuantes y podían ser multadas si expresaban cansancio.

Pero aun con ese sacrificio no lograron sostener su fuente de empleo: la fábrica cerró en 2002 y fueron despedidas sin indemnización.

La mayoría de los participantes del programa, con edades de 18 a 50 años, son trabajadores que enfrentaron la injusticia y el maltrato de sus empleadores. Algunos siguen su batalla ante la justicia laboral, según Boosaba.

En 2009, conocieron a los integrantes de Mundo Alameda, una cooperativa creada en Buenos Aires por argentinos y bolivianos sin documentos, que escapaban de talleres clandestinos donde eran esclavizados.

Sus pares en la capital argentina también vivían para trabajar, hacinados con sus familias en el mismo taller, sin descanso y casi sin salidas al exterior. Producían para marcas de prestigio como Puma, Bensimon o Kosiuko.

Las dos cooperativas se encontraron en Hong Kong, en una reunión organizada por el no gubernamental Asia Monitor Resource Centre (Centro Asiático de Monitoreo de Recursos) y, a través de un traductor, se propusieron unir fuerzas para denunciar el trabajo esclavo.

La boliviana Olga Cruz, de Mundo Alameda, explicó a IPS que todavía «hay pocas ventas». Los puntos de expendio, además de la tienda de la cooperativa, son mercados alternativos que funcionan en ex fábricas recuperadas por los operarios y algunas tiendas.

Como Boosaba, Cruz sostiene que el éxito comercial no es lo fundamental. «El mensaje que queremos dar es que no hace falta un patrón para trabajar cuando se tiene una organización, una cooperativa», dijo.

«Buscamos contacto directo con los clientes, porque es importante que los consumidores sepan que la marca no importa si el capitalista se queda con la mayor parte y explota al trabajador», añadió.

Ella y sus compañeras y compañeros, ex trabajadores de talleres clandestinos, pueden vivir de lo que produce la cooperativa, aunque todavía no consiguen asegurar un ingreso fijo. Pero no les faltan compradores.

«A veces vienen grandes clientes, que saben de la calidad de lo que hacemos, y nos ofrecen comprar 4.000 ó 6.000 prendas, pero por centavos, y para que eso rinda un poco tendríamos que trabajar mucho más que ocho horas» diarias, explicó.

En cambio, otros clientes que aceptaron sus condiciones, con el tiempo lograron instalar en el mercado marcas competitivas, con menor margen de ganancia, pero respetando sus condiciones de producción.

La experiencia está resultando efectiva en ambos países. En Tailandia se confeccionan camisetas, bolsos, gorros y sombreros. «No podemos hacer mucho más por nuestras limitaciones financieras», explicó Boosaba.

No obstante, planifican crear una red de organizaciones afines en países vecinos como Camboya, Indonesia y Filipinas. «En asuntos laborales, la preocupación es común», señaló.

«La mayor parte de los trabajadores tailandeses todavía ve la explotación laboral como normal. Por eso la aceptan y no defienden sus derechos. Nunca piensan que pueden estar mejor si se atreven a luchar. Temen perder sus empleos», dijo.

En Argentina, Sin Cadenas confecciona de momento sólo camisetas. «Preferimos que se nos unan otras cooperativas para hacer pantalones vaqueros, uniformes, carteras o gorros», agregó.

Para ello están haciendo contactos, «armando una red con otras organizaciones de las provincias que operan de la misma manera, y los animamos a unirse», dijo Cruz.

* Con aportes de Marwaan Macan-Markar (Bangkok).(FIN/2010)

http://www.ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=96725